Históricamente, en los 30 años de existencia de Mundubat, ha sido clave (y lo sigue siendo) la visión de Begoña Landaburu, lideresa natural del colectivo y Presidenta de la organización desde el comienzo hasta que murió después de regresar de El Salvador, donde acompañó uno de los retornos a Chalatenango. Ella era muy visionaria. Tenía claro que no bastaba con un apoyo general moral a las poblaciones sufrientes de Centroamérica, y que el compromiso exigía una triple dimensión: personal, política y económica.
Ahora, a las puertas de 2019, Mundubat sigue fiel a ese compromiso y a emprender “cosas chiquitas”, tal cual las definió Eduardo Galeano:
“No acaban con la pobreza,
no nos sacan del subdesarrollo,
no socializan los medios de producción y de cambio,
no expropian las cuevas de Alí Babá.
Pero quizá desencadenen la alegría de hacer;
y la traduzcan en actos.
Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad
y cambiarla aunque sea un poquito,
es la única manera de probar
que la realidad es transformable”.
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